La fenomenología es una perspectiva filosófica que se caracteriza más por su énfasis en el método que en la doctrina; y, sin embargo, mantiene —desde el punto de vista de la doctrina— el primado del sujeto como quien constituye el sentido, del mundo de la vida y de la correlación de uno y otro. Sobre esta base, tanto el propio Husserl —creador de la fenomenología— como los fenomenólogos posteriores —Fink, Patočka; en América Latina: Daniel Herrera y Guillermo Hoyos— han valorizado la fenomenología como un anclaje para pensar la pedagogía, particularmente la formación.

Con ese objetivo, establecer cómo la fenomenología opera como filosofía de la educación, se parte del estudio del mundo de la vida tal como lo hereda, genéticamente, la filosofía y la pedagogía, de Juan Amós Comenio: a la luz de la lectura que hace del mismo Jan Patočka. De ahí que se detenga la atención en El mundo de la vida en la Didáctica Magna de J. A. Comenio.

Ahora bien, si fenomenológicamente la condición de posibilidad del sentido es el mundo de la vida, tal sentido sólo llega a desplegarse con las vivencias que despliegan los sujetos en y sobre él como su suelo. Sólo que el sujeto es cuerpo, carne, estructura desiderativa que configura sentido desde sí, desde la fuerza fundacional del deseo. Tal sentido es efecto de formación. De ahí que se centre, en el segundo momento, la atención en El deseo y la formación: cuerpo y carne.

Sin los polos mundo y sujeto queda sin asidero la formación, pero ésta tiende a lo que vale para uno y vale para todos. La formación, desde luego, tiene rendimientos subjetivos; pero su radicalidad se despliega sí y sólo sí se accede a normas trascendentales, intersubjetivamente clarificadas y aceptadas. De ahí que se centre la atención en la relación entre Formación ética y normas trascendentales de la razón.

Ahora bien, la pedagogía es sí un saber, pero es —y acaso fundamentalmente— una práctica; se juega de comienzo a fin en la acción. Esta práctica puede ser más o menos reflexionada, pero en el momento de su ejecución vive de la síntesis pasiva (de lo que sabemos, pero no necesariamente sabemos que lo sabemos). De ahí que su ejecución es performance que en menor o mayor grado puede desplegar la reflexividad, pero antes de hacerlo es efecto y tiene efectos de formación. Y, sin embargo, implica para el sujeto: hacerse cargo de sí mismo, de su relación con los otros, del mundo que les es común.